La propiedad de las Ideas y el daño que las patentes hacen a la sociedad

En ciertos momentos siento que el mundo, en su infinita complejidad, se vuelve maleable. Que aparecen fisuras en su petrificada superficie y la gente empieza a forzarlas. Primero unos pocos con sus manos desnudas, pronto se incorporan más, y empiezan a traer palancas. Momentos en los que “las cosas dejan de ser como son”, en que las verdades se convierten en opiniones y descubrimos que existen otras formas de hacer las cosas, otras realidades que son posibles.

Quizás es un sentimiento similar al que sintieron los primeros renacentistas, o los hijos de la patria durante la Revolución Francesa. Algo en mi interior me hace pensar que yo también participaré en acontecimientos que cambiarán el rumbo de la historia, y que se estudiaran en las escuelas del futuro. Una revolución que, como todas, enterrará un sistema que se basa en la desigualdad y la injusticia y que, de completarse, cambiará el destino de la humanidad.

La víctima, esta vez, será la filosofía capitalista, y todas las herramientas que ha creado para perpetuarse a costa de la sociedad en la que habita. Una de estas herramientas es la legislación sobre «propiedad intelectual». Ámbito donde se ve claramente el divorcio entre los capitalistas y la sociedad, y donde la lucha ya ha comenzado.

Invertir en ideas

Todo el mundo ha oído hablar de las patentes. Se supone que sirven para proteger a los inventores y fomentar el desarrollo tecnológico. Seguramente en sus inicios, en torno a siglo XVII y XVIII, así fuera. Sin embargo, hoy en día el sistema se ha pervertido, y se utiliza para fomentar todo lo contrario.

Las patentes se diseñaron para proteger soluciones nuevas a problemas técnicos, es decir, diseños concretos. Se puede patentar el diseño de un cepillo de dientes, pero no el «cepillo de dientes». El problema es que esta distinción es cada vez más difusa, y los grandes patentadores tienen, cada vez más, a solicitar patentes genéricas, más cercanas a la idea de “cepillo de dientes” que al caso concreto de un “cepillo de dientes”

El motivo de esta tendencia es, a mi entender, claro: Reducir la competencia. Los grandes intereses privados no se cansan de difundir su mensaje de lo bueno que es el sistema capitalista, de la riqueza y bienestar que ha generado, mientras poco a poco van eliminando los mecanismos encargados de controlarles, que impiden que expolien a sus anchas a la sociedad. Uno de esos mecanismos es la libre competencia.

Al fin y al cabo, la propiedad industrial/intelectual es un monopolio que concede el Estado al inventor/autor basado en el “supuesto” interés público de promover la difusión de dicha tecnología/información. Su carácter monopolístico es precisamente lo que les confiere valor económico, ya que el Estado otorga protección legal a los autores/inventores y pone a su disposición todos sus recursos para preservar el derecho de estos a excluir a otros del uso del producto/proceso patentado o la obra protegida.

Esta protección, que puede parecer positiva, en realidad no beneficia a nadie. En primer lugar, se ralentiza el proceso de innovación, dado que hay que rentabilizar al máximo la inversión realizada en I+D, haciendo que se sigan utilizando tecnologías obsoletas en detrimento de otras mejores y más novedosas, al menos hasta que finalice la concesión de la patente más vieja.

Por otra parte, burocratiza la innovación al hacer necesario un buen asesoramiento legal para no infringir alguna patente. También hace posible que empresas con los recursos suficientes puedan ahogar el esfuerzo de los pequeños innovadores en juicios que, además, sobrecargan el sistema judicial.

Dado que las oficinas de patentes no hacen mucho por comprobar la legitimidad de las solicitudes que reciben, aceptando casi cualquier cosa, no es de extrañar que exista un alto número de patentes activas, suficientemente ambiguas como para que, sea lo que sea lo que se comercialice esté garantizado que se infrinja alguna patente.

Si una empresa logra tener suficiente éxito no pasará mucho tiempo hasta que otros intenten aprovecharse, como pasó en el caso Blackberry.

Las patentes, ya sean de software, biotecnología o cualquier otra índole, privatizan el conocimiento, acentuando las desigualdades sociales y geográficas. Son armas para la guerra comercial internacional; sinónimo de mayores costes y menor calidad para los consumidores. Por eso es fundamental frenar su desarrollo.

En estos momentos, la legislación europea no permite patentar ideas, motivo por el cual en Europa no se producen casos como los de EE.UU. Sin embargo, nuestros políticos, que supuestamente defienden los intereses de la ciudadanía, están determinados a actuar en contra de los mismos intereses que se comprometieron a defender.

Durante años se ha estado intentando aprobar en el Parlamento Europeo leyes similares a las norteamericanas para extender el ámbito de aplicabilidad de las patentes. Leyes que, de aprobarse, sólo añadirán trabas a la competitividad en mercados que funcionan perfectamente sin ellas y que, además, representan sectores críticos para la competitividad Europea (precisamente por no estar regulados). Si queremos un futuro asequible para todos será mejor que nos aseguremos de que las patentes no se extiendan a nuevos ámbitos de aplicación (biotecnología, software) . Estemos atentos, porque los partidarios de la patentabilidad volverán a intentarlo.

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8 thoughts on “La propiedad de las Ideas y el daño que las patentes hacen a la sociedad”

  1. Me gusto mucho pero mas que un comentario quisiera hacer una pregunta y esta es:
    Cual vendria a ser la patente mas antigua o la primera otorgada y por quien y en que pais y a que tipo de artefacto o articulo se le consedio.
    Por favor que alguien me lo diga.
    Muchas gracias.

  2. he estudiado y trabajado 2-3 años x un invento q podria cambiar(bajar) la temperatura en toda una ciudad,reducir 40-50% del consumo de luz y generar mas luvias en zonas concretas,pero tengo miedo que me van a copiar el invento. Que tengo que hacer para q no me lo copien? O venderlo a una empresa fuerte!!!! Si alguna empresa esta interesada(LG,Panasonic,Fujitsu,Mitsubishi,Daikin…..) me puede contactar y hablamos del tema.Es el invento del siglo%…!

  3. El daño que hacen las patentes al desarrollo tecnológico queda bastante bien ejemplificado en el desarrollo del coche eléctrico por la compra de la patente de las baterías por una petrolera, que expira en 2013.

    Enlaces a la historia y documental al canto:

    » Las petroleras impiden el desarrollo de los coches eléctricos
    » ¿Quién mató al coche eléctrico?

    httpv://www.youtube.com/watch?v=0bWSe02UK-s

    Respondiendo al primer comentario, la que se considera primera patente de la historia se concedió en la República de Florencia en 1421, a Filippo Brunelleschi, por un sistema de transporte fluvial.

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